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jueves, 1 de septiembre de 2016

#Colombia: El proceso de proletarización se profundiza



El trabajo político hay que concentrarlo en los sectores intensivos en la explotación del trabajo ajeno como la industria minera y extractivista; pero también en los sectores intensivos en la explotación del trabajo ajeno a partir del uso intensivo de la ciencia, la técnica y la tecnología.

Nelson Fajardo
Colombia es un país habitado por 47’662.000 personas, según el DANE. De esa masa poblacional, 36’100.000 personas hacen parte de la población en edad de trabajar (PET), el 76% del total poblacional. La población económicamente activa es de 21’161.000 personas y corresponden, por definición, al número de personas que conforman la fuerza laboral del país; pero la cuestión se complica, por cuanto la ocupación entra en escena, y está contenida en la PET. Esto significa que los 21,2 millones de la PEA corresponden al 44,4% de la población total y 58,6% de la PET.
Según el mismo DANE, los ocupados son “las personas que durante un periodo en referencia se encontraban trabajando, por lo menos una hora remunerada, los que tenían trabajo durante la misma semana y los trabajadores familiares sin remuneración que trabajaron en la misma semana, por lo menos una hora”1. En este sentido, encontramos que el 35,9% de la PET estaba inactiva: 16’883.397 personas no tienen nada que hacer o son inactivos. La ocupación en 2016 tuvo una tasa de desocupación del 3,9% sobre la PET y 4,2% sobre la PEA; esto es 1’407.000 y 1’516.00 personas, respectivamente.

Análisis de la situación

Si nos guiamos por la Encuesta de Población Activa, primer trimestre de 2015, se informa que la situación arroja un total de ocupados de 17’454.800 personas. Y el total de asalariados a término indefinido hacen el 24,1% de la PEA o 4’206.414 personas que, sumados a los asalariados a término fijo, son 10’856.388 asalariados, o 62,2% de la Población Ocupada (PO); nos da 15’062.802 personas asalariadas. Crece, entonces, la población que vive del salario, y hace un 72% de la PEA. El resto, 6’098.198 personas que, sin trabajar, son económicamente activos.
La población en edad de trabajar es muy alta todavía, proporciona fuerza de trabajo joven y genera una sobreoferta que el capital absorbe difícilmente. En segundo lugar, de esa población en edad de trabajar, son económicamente activos el 58,6% y se produce un “excedente” de 14’939.000 personas, el 41,4% restante de esa población en edad de trabajar.
En tercer lugar, tener una población inactiva del 58,6% de la población en edad de trabajar no es nada favorable al progreso de la nación, pues son 21,2 millones de colombianos inactivos. Y un cuarto aspecto es poder señalar que el “mercado” de la fuerza de trabajo se ha proletarizado fuertemente y, al unir trabajo asalariado, 15’062.802 personas asalariadas, con trabajo desasalariado 6’138.000 personas, nos da la población económicamente activa (PEA).


Ahora, la distribución de la PEA por su pertenencia a un sector económico determinado entrega los siguientes resultados:

A pesar del crecimiento del “estrato” tres, por acción de los giros del exterior, el lavado de dólares y los ritmos moderados de mayor valor agregado en el PIB nacional entre los 80 y los 90, que generó empleo y elevó la capacidad acumulativa del país; la industria manufacturera, incluida la cruel desindustrialización neoliberal, porta unos porcentajes de participación en empleo altos, pero compite con los servicios, con el porcentaje más elevado (28,6), y, seguida del Comercio, restaurantes y hoteles (25,5), para ubicarse en el tercer puesto con el 23,2%. Estos son los sectores de punta en la absorción de fuerza de trabajo.
Sigue una franja intermedia que participa, oscilando entre 1,2% y 7,5%; en orden ascendente son: el sector agropecuario (1,2), la construcción (6,5), transporte y comunicaciones (6,4) y establecimientos financieros (7,5). Y en rango más bajo están minas y canteras (0,4) y Electricidad, Agua y Gas (0,6)

¿Por qué crece el proletariado?

Somos 15’062.802 personas asalariadas, que sumadas con el trabajo desasalariado, 6’138.000 personas, nos da la población económicamente activa (PEA). Es una población que hizo crecer el proletariado a 21,6 millones sobre todo por el crecimiento en sectores como los clasificados en el cuadro.
Son sectores que consideramos de confianza, porque sus actuaciones iniciales presionan para elevar la productividad. Ya Marx planteaba que, “en la manufactura, el enriquecimiento de la fuerza productiva social del obrero colectivo, y por tanto del capital, se halla condicionada por el empobrecimiento del obrero en sus fuerzas productivas individuales”2. Esos 21,2 millones de asalariados y desasalariados que tenemos en Colombia están obligados por el capital a trabajar arduas horas en jornada, pues es una mercancía, como cualquier otra, pero que llena dos requisitos para poder obtener el valor de la venta al capital de su fuerza de trabajo, ellos son, no ser propietario de medios de producción y ser libre jurídicamente, para vender su fuerza de trabajo.
Esos son 15’062.802 personas asalariadas, que ahora se complementan con el trabajo de unos desasalariados, 6’138.000 personas, que son propietarios privados de medios de trabajo sustanciales, pero no importantes para el capital. Su libertad jurídica para hacer negocios es abierta, pero su libertad está condicionada por la intensidad de la enajenación en la que incurre el obrero para solventar sus necesidades.
En Colombia construir ese obrero colectivo es difícil, por cuanto es una fuerza de trabajo hoy inexperta y con ganas de retornar al campo, pero es imposible. Hablamos de los seis millones de colombianos desplazados y desarraigados de su condición de campesinos. Estos son los que se ubican en los renglones más bajos de trabajo en la urbe, por ejemplo minas y canteras, donde el puesto genera un salario muy bajo y están sometidos a riesgos altos.
Lo mismo sucede con el oficio de plomero, carpintero, técnico o tecnólogo, los ingenieros en sus diversas disciplinas y modalidades; sin olvidar el sector de mayor densidad proletaria, los profesionales de los servicios. Su problema es que la enajenación y subsunción al capital les permite acercarse a la condición de “estrato” tres.
El trabajo político y revolucionario hay que concentrarlo, entonces, en los sectores intensivos en la explotación del trabajo ajeno como los de menos participación en la población ocupada (industria minera y extractivista); pero también en los sectores intensivos en la explotación del trabajo ajeno a partir del uso intensivo de la ciencia, la técnica y la tecnología.


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