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jueves, 27 de noviembre de 2014

Tercera Via Nuevo Truco Viejas Pràcticas




Tercera Vía nuevo Truco con Viejas Practicas
Manuel Humberto Restrepo Domínguez

La tercera vía política, probada en Gran Bretaña, por Blair del partido laboralista y orientación conservadora, con mas economía que ética y mas moralismo que deliberación, y que hoy propone seguir el presidente Santos, permite entender lo que viene en democracia. La tercera vía es una apuesta de reacomodación de la concepción individualista impuesta por el mercado para reducir derechos y eludir de lo político todo antagonismo constitutivo de las sociedades humanas. En Colombia ni siquiera se ha reconocido lo político como posibilidad de actuación de contrarios que disputan el control del estado porque ha imperado una única y despótica manera de pensar y ejecutar el poder. A Colombia no podrá irle mejor ni peor porque el presidente anuncie que gobernará con base en teorías de una pretendida tercera vía política entendible como la sumatoria ideológica de partes inconexas que concuerdan en combinar la eficiencia económica con la estabilidad social, lo que en ultimas es la continuación de lo mismo con otros nombres, es decir mas mercado, menos estado, mas saqueo, menos colectivo.
                         Los problemas de la realidad social, requieren para su solución mas que simples mezclas técnicas que resultan útiles para reacomodar los conceptos sin cambiar las practicas. Los llamados nuevos partidos como el Centro Democrático que encarna la extrema derecha guerrerista, Cambio Radical, que junta dos términos vacíos, u Opción Ciudadana cuyos fundadores pagan condenas por paramilitarismo, han demostrado que no hay nada nuevo, el todo está controlado por los viejos representantes de la política tradicional degradada y estos son la garantía de la clientelizacion sin política, sin ideas, sin debate conservado a través de instituciones porosas y proclives a incubar y reproducir sistemas de corrupción, impunidad y barbarie, que  los sostienen. Lo nuevo es mas bien el modo y rapidez con que integran legalidad con ilegalidad, delito con impunidad, injusticia con cinismo y no inmutarse para seguirse llamando democracia, es el triunfo del mercado sobre el estado.
                             En Colombia los rastros políticos muestran el control del poder del estado y la economía por una sola vía liberal-conservadora, compuesta por una gran familia heredera de las tradiciones liberales del individualismo, que gobiernan según sus intereses e impiden reconocer a otras identidades colectivas. La gran familia entran en tensión cuando hay cambio de clan en el gobierno, no por diferencias en plataformas o programas políticos o sociales. No hay registros de que el Estado haya sido controlado por una segunda vía, referida a socialismo,  comunismo o proyecto originario de indígenas, afros, obreros, artesanos o campesinos. Se impone un pensamiento único distribuido en dos partidos que conforman el todo –poderoso e irrefutable poder-. Aunque provisionalmente aparezcan separados o con contradicciones formales gravitan sobre el mismo centro hegemónico y se desplazan sobre el mismo eje de dominación. Es usual que en momentos de crisis los potentados económicos o las jerarquías eclesiales o militares levanten la voz, y llamen al orden a los gobernantes.
                        La productividad promovida por los neoliberales ha destrozado la economía propia, incluida la de la burguesía nacional que se encargaba de las clientelas políticas regionales, ahora en manos de poderes mafiosos y alianzas de todo orden y ningún escrúpulo. A pesar de este panorama los partidos se mantienen intactos. El interés privado encaja en la lógica de la tercera vía cuyo ideario se resume en: tanto mercado como sea posible y tanto estado como sea necesario. No hay nada nuevo, el mercado se tomó el estado, o mejor las reglas del capital se apropiaron del estado para eliminar derechos, garantías y protección a la riqueza colectiva, le han  otorgado status prioritario a las mercancías sobre la vida humana, y quienes gobiernan representan los deseos de poder de la gran familia extendida incapaz de comprender la naturaleza pluralista del mundo social y respetarlo.
                         La tercera vía surgió como expresión política de la realidad europea, victoriosa con la caída del muro pero en crisis, sus bases teóricas son escasas y ajenas a la Colombia de diversidades y diferencias, de biodiversidades y pluralidades. Sus resultados no dicen mucho a su país natal Gran Bretaña, cuya economía esta sobreprotegida para comprar y abierta para vender guiada por un espíritu colonialista aun vigente, su intervención en la invasión a Iraq tiene manchada con sangre de inocentes su bandera, los inmigrantes son tratados como subhumanos, la monarquía es su sostén aunque su discurso es liberal. En Colombia quizá el mayor parecido con la cuna de la tercera vía es la forma de oculta monarquía sin monarca perpetuo, con familias (no con partidos) alternándose en el poder, sin otro, sin adversario, como estrategia política central para conservar el poder.
                         La diversidad de Europa se nutre con los desterrados de otros mundos llamados inmigrantes usualmente señalados de ilegales tenidos en cuentan por el sistema judicial, negados por el sistema económico y victimas del sistema humano, inclusive autores como Habermas reclaman mas cárceles para ellos en cambio de condiciones para que accedan a los derechos negados en sus países hoy saqueados por el capital trasnacional. Europa tiene de homogeneidad y también de igualdad, tiene todavía beneficios del estado de bienestar que paulatinamente la tercera vía se ha encargado de desmontar. En Colombia hay mucho de homogeneidad extendida por el terror y nada de igualdad a cargo del estado asaltado por el capital. Es costumbre igualar con metodologías de análisis y formalidades de papel, no a través de los bienes indispensables para vivir con dignidad y las libertades son administradas en el mercado de clientelas políticas que hacen el control político de las necesidades.

                      En Colombia, la tercera vía aparte de truco conceptual o jugada de tahúr, servirá como herramienta de ajuste liberal-conservador, para legitimar las practicas de la unidad nacional del presidente con otro nombre. Servirá para reacomodar la política tradicional y de antemano crear confusión a otras vías políticas en el desarrollo del conflicto sin guerra, cuando lo esperado es precisamente apertura política real con reconocimiento a los otros, adversarios o antagónicos y propiciar la inclusión social, a la par con la desactivación de las estructuras mafiosas incrustadas en la vía liberal-conservadora. La tarea política esencial del Presidente no es rediseñar un partido propio,  ni relanzar apuestas por la perpetuidad de su clan, si no gobernar con el Mandato por la Paz que acaba de recibir -en medio de una precaria participación y una democracia cuestionada-, para suscribir con la insurgencia el cierre del conflicto armado y trazar el camino para resolver la desigualdad y la exclusión.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Estos hombres, son nazis verdaderamente nazis




Hay hombres que luchan un día y son buenos, otros que luchan un año y son mejores, pero hay los que luchan toda la vida esos son los imprescindibles, anunció Mario Benedetti en uno de sus versos más reconfortantes para quienes no se cansan de luchar por sus derechos. Pero también los hay del otro lado. Hombres que hacen daño un día y son absurdos, otros que hacen daño toda su vida, esos son los miserables, son nazis. Sus virtudes del mal están en lo que hacen y en la capacidad para borrar las huellas del daño en versión mejorada del horror nazi. Son astutos, se atrincheran en redes, logias y guetos para autoprotegerse y hacerse respetar y temer, incluso promueven organizaciones paralelas como sindicatos, colectivos, juntas, ONG o plataformas, para vaciar los discursos. Creen firmemente que su misión es curar a impíos, herejes, críticos, comunistas y rebeldes en general de la enfermedad llamada dignidad.
 
Siguen el plan de una matriz de odio incrustada ya en políticas de estado, en programas de instituciones, en acciones específicas para eliminar legalmente a los otros, a sus adversarios. Su trazado es combatir toda forma de pensar y hacer contraria a su interés de sometimiento y control de gentes y territorios. Son partes de un engranaje criminal, unos son determinadores, otros adiestrados ejecutores. Para estigmatizar y mantener el miedo usan cartas anónimas, diseñan pruebas falsas, inventan justicieros. Con el solo anuncio de adelantar en el Congreso un debate político sobre paramilitarismo, en una semana distribuyeron amenazas a 180 defensores de derechos humanos. Entre tanto mantienen la cuota de sangre de un defensor asesinado por semana para que sepan que están ahí y que está vigente la estrategia nazi.
 
Como señalara Luther King, Hitler no hizo nada al margen de la ley, nada por fuera de un particular régimen democrático y una economía de mercado que nadie condenó. La solución final fue el buen ejemplo empresarial, el exterminio presentó indicadores de eficacia y eficiencia favorables a los negocios, logró la mayor cantidad de muertes en un solo instante, sin responsables directos, con bajo costo, con invisibles ríos de sangre y con los rastros de la barbarie borrados.
 
De esos hombres hay cientos todavía, saben pensar el crimen, justificarlo, borrar los rastros y ponerles a sus víctimas la responsabilidad de su muerte. Son hombres despreciables que llevan en sí el sello de lo inhumano, que les permite ser capaces de todo, actuar con obsesión sin límites. Los mueve el sentimiento de desaparecer al enemigo para no dejar rastro. Paramilitares colombianos como el Iguano, Mancuso, Centella, don Mario, el Médico, don Berna, H.H, el Alemán y muchos más que en sus breves confesiones han dicho que no dudaron en tajar trozos de carne humana viva y comerla para deleitar su victoria frente a las víctimas del horror, no se conmovieron al realizar disecciones en la carne viva del enemigo acusado de comunista, guerrillero, colaborador o amigo del colaborador para saciar su odio. Tampoco sintieron vergüenza al cortar las cabezas de sus adversarios y jugar al futbol o abrir en vivo los vientres de embarazadas para sacar el feto enemigo, no vomitaron descuartizando cuerpos de inocentes o cargando víctimas a los hornos crematorios para disminuir las pruebas del exterminio sin rastro.
 
Estos hombres miserables tratan de sacar a sus víctimas del espacio público para eliminarlos en silencio, de a uno, de a pocos, saben la combinación posible entre la ley y sus actos criminales. A esos hombres los paraliza el verbo que los pone en evidencia y les descubre sus imposturas porque sus cuerpos ya no son políticos, son meramente biológicos y no se atragantan con la carne de sus muertes. Añoran otra vez un estado nazi como el que formó a sus héroes. Llevan en sus cuerpos la sustancia criminal. Así sus determinadores no disparen actúan con ansias de someter, de torturar, de vengarse con el otro de su propio y triste destino. Son hombres sin otro, sin humanidad, solo saben hacer daño. Destruyen al otro para ocupar su lugar. Los persigue la culpa de no haber creado su lugar propio en el mundo, viven donde muere el otro, comen su carne para tratar de parecerse a sus víctimas. Son el Caín de sus hermanos para suplantarlos. Nunca están en su lugar, siempre están en el lugar de otro. Su talento es biológico, visceral, enfermizo. Sus conductas son de supervivencia, son cazadores en busca de presa para arrancar el álito de vida de sus víctimas que aliente su miserable existencia que no es fácilmente superable aun con años de tratamiento siquiátrico. Tienen el mal en sus células, no logran enfrentarse a sus propios recuerdos, son obsesivos atados a una terrible depresión que tratan de superar ejercitando su ansia irrefrenable de continuar destruyendo, matando, regando de victimas todos los caminos que logran pisar.
 
Estos hombres para hacer daño y continuar pereciendo honestos, abonan el camino con el terror que causan sus métodos para ganar el silencio y las omisiones de quienes pudieran actuar y no lo hacen por el miedo a ser la próxima víctima y prefieren repetir que no pueden hacer otra cosa que lo que hacen, que omiten para también parecer honestos y dejar abierta la puerta a la inmarcesible impunidad Estos hombres Nazi, en todo caso, terminan rompiendo los vínculos con lo humano y fabrican cadáveres y víctimas, no les interesa ni la vida ni la muerte, solo el cadáver, que pone en entredicho incluso la posibilidad de llamar humano al criminal. No quedan testigos de su obra, solo su propio testimonio, el secreto del hilo conductor de sus crímenes lo llevan ellos mismos y nadie más puede dar testimonio de su miserable tarea destructiva. Quizá vuelva Núremberg otra vez, por lo menos para saber del horror que han provocado esos hombres, nazis incrustados en las paredes de mi barrio, de mi calle, de mi pueblo, de mi entorno en el que habitan también imprescindibles.
 
 P.D. solidaridad a M. Ángel Beltrán colega profesor de la U.N y a todos/as los perseguidos de la academia por su pensar.


http://alainet.org/active/77326

lunes, 3 de noviembre de 2014

LA FAMILIA, UNA INSTITUCIÓN OPRESORA


La palabra familia viene del latin
(famulus = criado)
 con la cual se hacía referencia al grupo de personas
que dependían de un amo: esclavos o sirvientes.
 Aunque luego incluiría a sus parientes libres.



El ser humano es el único animal que se reconoce a sí mismo como un ente racional y es el que dedica enormes esfuerzos en negar o disimular su origen, como lo demostrara Desmond Morris en su Zoo Humano. No obstante en muchísimas oportunidades, él en realidad, se comporta como cualquiera de los mamíferos, y a veces peor. Las personas se drogan o emborrachan hasta la estupidez, inventan máquinas para matar masivamente a sus congéneres, violan a sus crías y hasta destruyen sus hábitats naturales.

"La sagrada familia con pajarito". Pintura de Murillo
Para asegurar su existencia como especie, desde muy niños nos imponen la idea de que nuestra razón de ser en la vida es llegar a constituir una familia. Por medio de las iglesias, los medios de comunicación y los psicólogos, mañana, tarde y noche nos machacan el cerebro diciéndonos que la madurez, la verdadera realización y la felicidad de cada uno de nosotros, sólo se alcanza cuando conformamos un hogar aparte; aquella unidad indisoluble de esposos, casa, carro, hijos y perrito. Por su puesto que los espíritus gregarios, aquellos que sólo se guían por lo que hace la montonera se tragan ese cuento y de forma acrítica hacen lo que sus generaciones anteriores han hecho, se enrolan en la tarea de tener hijos, sin medir para nada las responsabilidades que ello implica, ni sus consecuencias.

Todo estaría bien si viviéramos en un mundo ideal, donde las personas fuesen inmunes a las inestabilidades emocionales, donde cada padre estuviese plenamente capacitado para formar la dichosa unidad familiar y se cumpliera sin contratiempos el fantasioso refrán de que cada niño llega al mundo con el pan debajo del brazo. Pero no es así, porque las parejas no evolucionan psicológicamente en la misma dirección, algunos se hacen padres por accidente o son reos de la ignorancia y las crisis económicas aparecen en los momentos menos esperados. Tenemos que reconocer que mientras la masa se debate entre la pobreza y la miseria sólo una pequeña parte de la población es de familias adineradas que pueden contar con seguro médico, un trabajo estable, asesorías pedagógicas y estándares de formación altos.

En términos generales la familia, la convencional, es una carcasa que, hasta el más bruto, puede construir para cumplir con el propósito de reproducir a la especie. Es una carcasa dentro de la cual se difunden las formas de pensamiento social más arcaicas, ligadas al machismo, el patriotismo, la hipocresíael racismo y el individualismo. Por eso muchos plantean que esa institución está en una profunda crisis. La paradoja es que los curas, los periodistas, los políticos y los sujetos de mente estrecha insisten en defenderla por moralismos sociales caducos o por conveniencias mezquinas, como lo hacen los comerciantes. Y mientras tanto cada nueva generación va padeciendo las consecuencias de su estructura opresora y de su descomposición.

Ahora bien, ir de los enunciados generales al plano de lo concreto no siempre es fácil porque nuestro entorno está plagado de casos de hogares "disfuncionales" que sustentan su existencia en el deseo de proyectar ante los demás falsas imágenes de "calor de hogar", amor filial y fraternidad. Para prolongar esa idea estereotipada de felicidad la sociedad ha creado los esclavos de las formalidades hogareñas, aquellos que se encargan de las fiestas de cumpleaños, las primeras comuniones, la defensa de las tradiciones populares, las fiestas decembrinas, etc. Empero es tan falsa y dramática la situación que por eso el día de la madre, es la fecha más violenta del año en Colombia.



En el ámbito de la sexualidad, tenemos que la familia es una institución diseñada para imponerle a todos los individuos una sola forma entender la vida, centrada en el modelo cristiano- monogámico, pero como las necesidades de las personas son tan concretamente distintas, abundan en su interior de forma soterrada las infidelidades, los divorcios, los incestos, la homosexualidad y la endogamia. Por supuesto que esa lucha entre la represión y los deseos naturales deja unas consecuencias psicológicas nefastas. Así es como millones de seres sufren a diario en silencio, porque deben seguir guardando las apariencias de estar bajo el techo de la Sacro Santa familia feliz. En ello los jóvenes llevan la peor parte pues en esta institución los padres se han constituido en los represores de la sexualidad de sus hijos y en su fanatismo apelan a la manipulación mediante prejuicios y castigos de diversa índole. Es de suyo que a la niña que tiene dos novios se la trata de prostituta, mientras al niño mujeriego se le exaltan sus dotes, por ser un macho potente. Y en materia de prejuicios ni hablar de hacer el amor en la cama de los padres,  ¡horror de los horrores!. Aunque padres con sus amantes clandestinas e hijos con sus novias se pueden deleitar en la misma cama de un motel y no pasa nada.

Esta caduca organización social, hoy se sigue promoviendo desde el Estado y las iglesias porque la “familia moderna” es la proveedora y renovadora de la fuerza laboral que necesita el sistema económico. Para el capitalismo es una gran institución porque ayuda a que el peón sobreviva en la miseria, al tiempo que los convierte en prisioneros de la sociedad de consumo. Ya los esclavos de hoy ven como normal que se asocie, en navidad, la felicidad con el acto de comprarle a sus seres queridos cuanta chuchería provea el mercado. Con los nuevos estándares de realización en la mercancía, los jóvenes son presionados por la familia a integrarse lo más rápidamente posible como peones de baja calificación profesional al sistema general, y lo hacen, supuestamente, para ayudar al bienestar del hogar. Pero prontamente cansados de ser explotados y humillados por sus padres los jóvenes se desesperan por cumplir con los roles sociales que les han sido asignados y pasan a la reproducción del ciclo: se casan, tienen hijos, buscan comprar la casa, el carro y el perrito.

El actual ideal de familia es la que logra que el animal humano interiorice el miedo al "Qué dirán", un principio fundamental que hace posible que los individuos pierdan la libertad desde su propia conciencia. Es la familia una unidad particular de la sociedad, dotada de una fuerza avasalladora tan impresionante que solo unos pocos pueden escapar de esa trampa de miseria. De ahí que los hijos de los alcohólicos muy probablemente salgan drogadictos o delincuentes, los descendientes de los amantes de la trivialidad salgan egoístas e idiotas del consumismo. Los padres que no se preocupan porque sus críos tengan una mesa donde estudiar, una biblioteca digna y el apoyo moral necesario, lo único que consiguen es que sus hijos sufran las consecuencias de no tener valores, ni una formación de calidad. Por el contrario da gusto ver los casos de padres profesionales que logran hacer que sus hijos sean seres pensantes y no se conviertan en meras fichas del sistema. Sobre este asunto vale la pena leer a Pierre Boudieu, porque él explicó muy claramente que los ambientes familiares son claves en la determinación de las formas del ser y del pensar de los sujetos, en razón a las categorías del hábitus y por las diferencias que se dan en la apropiación de las tipos de capital (social, simbólico, económico y cultural).

De manera que en el seno de esta familia se forman o se refrendan muchas de las ideas y prejuicios sociales que hacen infelices a millones de personas (aunque también se puede ser feliz en la alienación). Darse cuenta de que en nuestro cerebro nos han incrustado los principios de nuestra propia desgracia es una de las tareas más difíciles que una persona puede resolver, pero cuando se alcanza es factible conquistar la libertad. Y sólo en la independencia espiritual de los demás es que podemos empezar a construir nuestra identidad, la autoestima y/o la buena vida.

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